noviembre 24, 2012

Entrar a la Residencia

Un día un español, un gringo y un mexicano platicaban en la cafetería de un hospital cuál era el proceso por el cual los médicos ingresaban a los sistemas de especialidad en sus respectivos países. 
El español les habló del MIR, y cómo la distribución de las plazas dependía de la calificación obtenida: el primer lugar elige primero, y de ahí hasta que se terminan las plazas.
El gringo les habló de la maraña de los 4 Steps, los procesos de entrevista que te llevan de punta a punta de la Unión Americana y finalmente el día del Match, el cual describió como un eHarmony entre médicos y hospitales.
El mexicano describió el ENARM, distinguido examen en el cual palabras cultas como 'vajina' y 'neumochest' pregunta tras pregunta, y posteriormente les contó que existe un papel mágico llamado 'constancia de aceptación' la cual te da derecho a aplicar a un sólo hospital o sistema de salud a la vez e ir de rodillas a la Villa a rogarle a la Virgencita que te acepten donde aplicaste.
Los extranjeros vieron con curiosidad al galeno mexicano y le preguntaron que qué pasa si no te aceptan en el lugar donde depositas el papel mágico, a lo cual nuestro connacional contestó que tienes la oportunidad de utilizar la carta en una segunda y una tercera vuelta, pero solamente en un hospital a la vez, y as probabilidades apuntan a que terminarás entrenándote en el Hospital General 'Juan Pérez' de San Pablo Tejeringoelchicotl.
Los otros dos no podían creer que un proceso tan importante podía se tan largo, tedioso e ineficiente. Luego les enseñó la página de internet de la secretaría de salud y se convirtieron en creyentes.
Esta conversación tuvo lugar en mi año de internado (kinda), y a la fecha no puedo encontrar explicación a por qué el proceso de entrada a la residencia es tan convulsionado en nuestro país. Uno pensaría que después de ser parte del afortunado 20% que pasa el ENARM todo lo demás sería miel sobre hojuelas, los hospitales te estarían esperando con los brazos abiertos y los jefes de cada programa de residencia pelearían al estilo the Hunger Games para quedarse con los mejores elementos.

Nada más alejado de la realidad.

En primer lugar tenemos a la dicotomía hospital privado/público, en la cual los primeros suelen cotizarse como si fueran Johns Hopkins y los segundos suelen seguir procesos impersonales y computarizados en los cuales tu posibilidad de entrada deriva de la fórmula 
([promedio carrera *ENARM] ± SS) ˆ internado
Lo que no cambia en ningún lado es que al aplicar te pidan la famosa constancia de aprobación del  ENARM, limitando tu rango de acción a un hospital por vuelta. Esto simplemente carece de sentido, y da la idea de que quien diseño el sistema inhalaba thinner en cantidades industriales; pocas personas en el país tienen asegurado desde un principio su lugar, y por simple aritmética un gran número de aplicantes son rechazados en la primera vuelta, obligándolos a quedarse con las migajas en la segunda o tercera vuelta. 

Si lo que les gusta en el sector público (que es el de mayor demanda) es la automatización del procedimientos por qué no crear un sistema único para todo el sistema nacional de salud (IMSS, ISSSTE, SSA y estatales) en el cual el aspirante enliste todas sus opciones y un programa de computadora haga un proceso análogo al del Match. La base ya existe, el sistema de registro al IMSS y los demás descarga tus datos de la base de la CIFRHS, y el único cambio sería que uno lleva su carta al hospital una vez que es aceptado.

En vía de mientras lo único que queda es que se empiecen a publicar los resultados de la primera vuelta,  y empezar a poner en acción ideas que permitan mejorar el sistema, ¿qué proponen ustedes?

The Fleming Myth


Alexander Fleming realized the incredible medical of potential of penicillin when a stray mold spore landed on an exposed bacterial culture. Like so many great myths, this one has more than a grain (or mold spore) or truth to it. Scottish pharmacologist Sir Alexander Fleming did keep a notoriously messy lab, leaving bacterial cultures to pile up in a basin when he was finished with them. Mold could and did find its way into these abandoned cultures, including those of the Penicillium genus, which was being grown for other research purposes in another part of the building. Fleming did notice and identify the bacteria killing mold naming the substance it released "penicillin," which would go on to become one of medical science's great weapons. He was hardly the first to recognize its antibiotic properties, however.Penicillium was a known quantity, and many other researchers, including folks like Joseph Lister and Louis Pasteur, had noted its ability to kill bacteria. In 1929, though, Fleming published a paper in the British Journal of Experimental Pathology on the effects of penicillin on various bacteriological agents, noting that it could kill the bacteria without destroying living human tissue.
However, your grade school biology class might have treated this as a lightbulb moment, with Fleming immediately recognizing the potential of penicillin and whipping it into medical-grade shape. The truth was that Fleming didn't see penicillin as a particularly viable medicine. Douglas Allchin notes in his article "Scientific Myth-Conceptions," which appeared in the May 2003 issue of Science Education that Fleming was frustrated by penicillin's limitations. When taken orally, penicillin wasn't absorbed by the human body, and it was excreted quickly after being injected. Rather than investigate the therapeutic potential of penicillin, Fleming tended to goof around with penicillin, drawing pictures on culture plates using penicillin and bacteria, and eventually he abandoned his work on the mold. It was a different researcher, Oxford's Howard Florey, who would lead the charge to make penicillin into a viable method of treating human infection. Even as Florey and his associate, Sir Ernst Boris Chain, began reporting great results with penicillin as a potential therapeutic agent, Fleming did not turn his attention toward similar research. (In fact, when Fleming telephoned Florey to arrange a visit to their lab, Chain responded that he'd thought Fleming was dead.) Florey and Chain did share the 1945 Nobel Prize in medicine with Fleming, but it was Fleming who was named one of Time's 100 Persons of the Century. Florey and Chain have certainly been recognized as two of the great heroes of medical science, but they may never achieve the global fame Fleming earned for stumbling across penicillin in a dirty sink.
How did the story come about? Well, the half of this story that interests people most—that penicillin simply appeared one day on a bacterial culture—is true. But even Fleming himself termed his importance in the development of therapeutic penicillin the "Fleming Myth," and preferred to stress the importance of Florey and Chain's research. That myth, unsurprisingly, was started by the press. When Florey and Chain published their findings on the therapeutic uses of penicillin, they credited Fleming's article as their inspiration. Reporters loved the idea of this unknown, unsung Scottish researcher "discovering" penicillin by accident, and soon Fleming's name became synonymous with the life-saving drug.
Tomado de io9

noviembre 13, 2012

Calidad y Calidez Médica

Esta entrada no es para quejarme del sistema, no es para "mentar madres" o decir qué tan malo es el sistema de salud en nuestro país. Es una entrada influída por reflexiones personales y algunas que he compartido con mis amigos en el proceso de buscar una plaza para la residencia. 

Creo que la mayoría de nosotros entramos a la escuela o facultad de medicina esperando ser grandes médicos y teniendo en mente la idea romántica de un médico culto, respetado y respetable que da su vida por los demás y recibe agradecimientos y es querido por todos. También creo que, para muchos, fue un gran shock llegar a los hospitales o al pueblo y encontrar una realidad completamente diferente. Ahora encontramos horas y horas y horas de trabajo y de explotación, pacientes que nos exigen más de lo que podemos dar y, aunque muchas veces lo damos, no recibimos la recompensa que desearíamos (esta no es la regla). 

Después de pasar la etapa de estudiantes y recibir al fin nuestro título y cédula profesionales, nos encontramos con un gran problema: ejercer como médicos generales, empezar una especialidad o dejar la medicina. Mucha gente termina odiando la práctica clínica en el internado o en el Servicio Social y hemos sabido de médicos que no quieren volver a ver un paciente en su vida. Y es entendible, las largas horas de trabajo, los malos salarios, guardias ABC, desnutrición, malos tratos.... Pero otros tantos, decidimos seguir adelante con la medicina clínica y tener como objeto de nuestra práctica al paciente. 

Después de pasar todo el proceso del ENARM que ya discutimos y que sabemos que es extremadamente largo, complicado, agotador y, según muchos, injusto, encontramos otra gran decisión: un hospital público (IMSS, ISSSTE, SSA) o un hospital privado. Ya sé qué pasó por la mente de casi todos, si no es que todos los que leyeron esa última línea: OBVIO un hospital público, pues ahí es donde realmente aprendes. En los hospitales privados no haces nada y no aprendes. Ok. Es un argumento válido que tiene algo de verdad, no lo voy a negar. Sin embargo, la práctica desmesurada no es la única cosa que influye en la elección. 

Siendo honestos, muchas veces la decisión del hospital no depende al 100% del candidato, depende mucho del hospital en el que seas aceptado y la mayoría de la gente se queda con el primer hospital que lo acepte en la primera vuelta. También es una decisión inteligente (generalmente basada en probabilidades), a menos que te la quieras jugar y arriesgarte a quedar como el perro de las dos tortas y terminar en la segunda vuelta en un hospital lejos de donde querías hacer tu residencia. Pero todo empieza con la decisión de "¿a qué hospital aplico?"

No pretendo describir el proceso de selección o convencerlos de qué es mejor, simplemente voy a plantear algunas de las ideas que pasaron por mi mente mientras yo buscaba hospitales y cuando tuve que decidir a dónde llevar mi carta. 

Existe la idea en medicina (especialmente en México) desde que somos estudiantes de que si no sufres, no aprendes. Esta idea empieza en las aulas y es reforzada cada vez que pisamos un servicio donde vemos a internos y residentes sufriendo y a adscritos que los tratan mal y predican a los estudiantes de pregrado que así aprendieron ellos y es la única manera de aprender. Pero, ¿es cierto eso? ¿En verdad uno aprende más si tiene una gran carga de trabajo (administrativo generalmente), no duerme, no come bien, no puede dedicarle mucho tiempo a sus pacientes y sufre cada vez que hay un ingreso nuevo? ¿En verdad aprende uno mejor si repite la nota ochenta veces porque el adscrito se la rompió porque eso le hicieron cuando era residente? ¿De verdad puedes aprender más si te quedas guardado otras 24 horas (o más) sin dormir y sin comer bien? ¿Debes aguantar que los adscritos (o compañeros de servicio) de acosen sexualmente o te discriminen por ser mujer? ¿Debes aceptar cosas denigrantes con tal de aprender y ganarte tu cédula de médico o especialista? 

No creo. Yo creo que todos los médicos, titulados o en formación, merecen un trato digno, empezando por sus jefes y sus iguales. Esas estupideces de los rangos son una excusa para comportarse como cavernícolas. Sí, existen las jerarquías y deben ser respetadas, debe de ser que el más alto sabe más y es su RESPONSABILIDAD ayudar y enseñar a los de menor jerarquía, no irse a dormir a las 11 y luego guardar a toda la guardia porque algo salió mal. Pero el respeto se gana. El reconocimiento a una jerarquía, se gana, no está dado simplemente porque estás ahí parado o nunca te ven en el servicio. Que en las entrevistas de algunos hospitales te pregunten si obedecerías cualquier instrucción sin pensarlo y sin razonar solamente porque el que tiene una mayor jerarquía lo pide, está mal. Si me piden que haga algo que va contra mis creencias, contra mi conciencia, contra mi moral, o algo ilegal, ¿por qué tengo que hacerlo? Y si me van a tratar mal por no hacerlo, muchas gracias pero no quiero su plaza. 

Y he aquí el dilema, ¿quiero pasar cuatro años en un hospital que no me encanta o en un sistema que no me da lo que necesito y solamente me hace sufrir? ¿Realmente quiero aprender por rebozamiento y ser autodidacta? ¿Quiero estar tan cansado siempre y harto de todo lo que hago que los siguientes cuatro años van a ser como una pausa en mi vida? ¿Quiero estar en un lugar que no tenga suficiente práctica? ¿Cuánto estoy dispuesto a aguantar? ¿Prefiero un lugar que me de mejor calidad de enseñanza y educación médica? ¿Existe algún hospital que tenga un equilibrio entre los dos? 

Me sorprende lo impersonal del sistema de aplicación a la mayoría de los hospitales. Yo entiendo que es un gran volumen de médicos los que aplican, pero creo que los hospitales y los jefes de servicio podrían hacer algo más productivo en las entrevistas que preguntarte por qué no sacaste mejor calificación en el ENARM si tienes ese promedio en la carrera. ¿No les interesa la persona que quiere entrar a su hospital? Y claro, si así de impersonal es la selección del médico, ¿cómo podemos esperar ser humanos y cálidos con los pacientes?

En uno de los hospitales públicos a los que apliqué, el proceso dura casi mes y medio y es un proceso matemático casi: tu calificación y lugar del ENARM, tu promedio de la carrera, tu curriculum, 80 psicométricos cronometreados, etcétera. Es más, la psicóloga que me entrevistó ni siquiera me volteó a ver más de dos veces en toda la entrevista (cosa que yo evito con mis pacientes porque me parece de mal gusto). Sentí que solamente buscaban una máquina más para el hospital. En cambio, en otro, en la entrevista me pidieron lo mismo, me hicieron exámenes, pero también me preguntaron cosas no médicas, extracurriculares, culturales, y los médicos eran médicos muy cultos. Eran médicos como el modelo de médico romántico que tenía en la cabeza cuando empecé la carrera y que pensé que ya no existían.  (no me pregunten qué hospitales eran, no lo voy a publicar).  Pero fue un contraste muy grande y el trato en el proceso influyó mucho en mi decisión (he de mencionar que antes de llegar a los hospitales, tenía una idea igual de matemática de lo que quería, pero al salir de una de las entrevistas, tuve mucho que pensar). 

Ahora, creo que hay un hospital y un sistema de enseñanza y aprendizaje para cada quien. Hay a quien le encanta estar en medio de la acción y tener 80 ingresos en un día, hay quien prefiere tener menos pacientes pero más tiempo para dedicarles, hay quien quiere ver los casos más raros de la medicina y hay quien quiere saber hacer muy bien lo que debe saber hacer en su especialidad. Realmente es una decisión personal, pero creo que la calidad de vida y las prioridades que cada quien tiene deben influir en la elección de un hospital para la residencia o una plaza para trabajar. No se trata de que la medicina sea una tortura o una especie de cárcel que nos hace sufrir. No se trata de "voy a trabajar en esto mientras gano suficiente dinero, o en lo que me retiro" porque la vida es lo que está pasando ahorita, es lo que pasa "mientras hago algo". Y al final, cuando pase ese "mientras", la vida se acaba. 

Se trata de ejercer la medicina y ser realmente felices en lo que hacemos, se trata de disfrutar y de darle a los pacientes lo mejor que podamos y así ganarmos su aprecio y su agradecimiento, no lo vamos a ganar de malas o solamente por portar una bata blanca.  Pero para eso, tenemos que estar contentos con nuestra vida y con lo que hacemos primero. También pienso que el hospital no determina cómo serás y cómo te formarás. Es como la universidad, influye mucho, pero el que es bueno y es dedicado, será un gran médico en donde sea, independientemente del lugar en donde practique. 

Así que, colegas, concluyo dos cosas: la primera es que piensen bien qué quieren hacerlo y dónde quieren hacerlo y, si en donde están, encuentran abuso o malos tratos, no lo toleren, exijan respeto (y denlo), porque sin respeto, no tenemos nada. Yo sé que es muy difícil cambiar algo que lleva años y años funcionando de la misma manera, pero tomen en cuenta que ustedes van a llegar a ser el más alto de la jerarquía en algún punto, así que si cambian la manera de ser y realmente se dedican a enseñar y a supervisar en lugar de ridiculizar a los jóvenes, podemos empezar a mejorar el sistema de salud en México. Pero bueno, primero, enfóquense en estar bien ustedes y en disfrutar lo que hacen. Sino, la verdad es que no tiene chiste hacerlo. 

Y, otra cosa, busquen ser siempre su mejor versión. Busquen ser los mejores médicos y personas que puedan ser y eso se va a transmitir a la gente con la que trabajan y a sus pacientes. Aprendan algo de arte, algo de historia, música, literatura, idiomas, filosofía, lo que les guste, algo que no tenga que ver directamente con la medicina y serán mejores médicos y mejores personas. 

Espero que no les haya aburrido mucho esta entrada y que haya podido transmitir un poco las inquietudes que me asaltaron (y que recogí de mis amigos) mientras íbamos / vamos a diferentes hospitales al proceso de selección. Los invito a reflexionar un poco y a compartir sus experiencias o sus opiniones al respecto sin descalificar a los demás. 

¡Buenas noches! Y recuerden las grandes palabras del Dr. Edmund Pellegrino: "La Medicina es la más humana de las artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las humanidades"