Esta entrada no es para quejarme del sistema, no es para "mentar madres" o decir qué tan malo es el sistema de salud en nuestro país. Es una entrada influída por reflexiones personales y algunas que he compartido con mis amigos en el proceso de buscar una plaza para la residencia.
Creo que la mayoría de nosotros entramos a la escuela o facultad de medicina esperando ser grandes médicos y teniendo en mente la idea romántica de un médico culto, respetado y respetable que da su vida por los demás y recibe agradecimientos y es querido por todos. También creo que, para muchos, fue un gran shock llegar a los hospitales o al pueblo y encontrar una realidad completamente diferente. Ahora encontramos horas y horas y horas de trabajo y de explotación, pacientes que nos exigen más de lo que podemos dar y, aunque muchas veces lo damos, no recibimos la recompensa que desearíamos (esta no es la regla).
Después de pasar la etapa de estudiantes y recibir al fin nuestro título y cédula profesionales, nos encontramos con un gran problema: ejercer como médicos generales, empezar una especialidad o dejar la medicina. Mucha gente termina odiando la práctica clínica en el internado o en el Servicio Social y hemos sabido de médicos que no quieren volver a ver un paciente en su vida. Y es entendible, las largas horas de trabajo, los malos salarios, guardias ABC, desnutrición, malos tratos.... Pero otros tantos, decidimos seguir adelante con la medicina clínica y tener como objeto de nuestra práctica al paciente.
Después de pasar todo el proceso del ENARM que ya discutimos y que sabemos que es extremadamente largo, complicado, agotador y, según muchos, injusto, encontramos otra gran decisión: un hospital público (IMSS, ISSSTE, SSA) o un hospital privado. Ya sé qué pasó por la mente de casi todos, si no es que todos los que leyeron esa última línea: OBVIO un hospital público, pues ahí es donde realmente aprendes. En los hospitales privados no haces nada y no aprendes. Ok. Es un argumento válido que tiene algo de verdad, no lo voy a negar. Sin embargo, la práctica desmesurada no es la única cosa que influye en la elección.
Siendo honestos, muchas veces la decisión del hospital no depende al 100% del candidato, depende mucho del hospital en el que seas aceptado y la mayoría de la gente se queda con el primer hospital que lo acepte en la primera vuelta. También es una decisión inteligente (generalmente basada en probabilidades), a menos que te la quieras jugar y arriesgarte a quedar como el perro de las dos tortas y terminar en la segunda vuelta en un hospital lejos de donde querías hacer tu residencia. Pero todo empieza con la decisión de "¿a qué hospital aplico?"
No pretendo describir el proceso de selección o convencerlos de qué es mejor, simplemente voy a plantear algunas de las ideas que pasaron por mi mente mientras yo buscaba hospitales y cuando tuve que decidir a dónde llevar mi carta.
Existe la idea en medicina (especialmente en México) desde que somos estudiantes de que si no sufres, no aprendes. Esta idea empieza en las aulas y es reforzada cada vez que pisamos un servicio donde vemos a internos y residentes sufriendo y a adscritos que los tratan mal y predican a los estudiantes de pregrado que así aprendieron ellos y es la única manera de aprender. Pero, ¿es cierto eso? ¿En verdad uno aprende más si tiene una gran carga de trabajo (administrativo generalmente), no duerme, no come bien, no puede dedicarle mucho tiempo a sus pacientes y sufre cada vez que hay un ingreso nuevo? ¿En verdad aprende uno mejor si repite la nota ochenta veces porque el adscrito se la rompió porque eso le hicieron cuando era residente? ¿De verdad puedes aprender más si te quedas guardado otras 24 horas (o más) sin dormir y sin comer bien? ¿Debes aguantar que los adscritos (o compañeros de servicio) de acosen sexualmente o te discriminen por ser mujer? ¿Debes aceptar cosas denigrantes con tal de aprender y ganarte tu cédula de médico o especialista?
No creo. Yo creo que todos los médicos, titulados o en formación, merecen un trato digno, empezando por sus jefes y sus iguales. Esas estupideces de los rangos son una excusa para comportarse como cavernícolas. Sí, existen las jerarquías y deben ser respetadas, debe de ser que el más alto sabe más y es su RESPONSABILIDAD ayudar y enseñar a los de menor jerarquía, no irse a dormir a las 11 y luego guardar a toda la guardia porque algo salió mal. Pero el respeto se gana. El reconocimiento a una jerarquía, se gana, no está dado simplemente porque estás ahí parado o nunca te ven en el servicio. Que en las entrevistas de algunos hospitales te pregunten si obedecerías cualquier instrucción sin pensarlo y sin razonar solamente porque el que tiene una mayor jerarquía lo pide, está mal. Si me piden que haga algo que va contra mis creencias, contra mi conciencia, contra mi moral, o algo ilegal, ¿por qué tengo que hacerlo? Y si me van a tratar mal por no hacerlo, muchas gracias pero no quiero su plaza.
Y he aquí el dilema, ¿quiero pasar cuatro años en un hospital que no me encanta o en un sistema que no me da lo que necesito y solamente me hace sufrir? ¿Realmente quiero aprender por rebozamiento y ser autodidacta? ¿Quiero estar tan cansado siempre y harto de todo lo que hago que los siguientes cuatro años van a ser como una pausa en mi vida? ¿Quiero estar en un lugar que no tenga suficiente práctica? ¿Cuánto estoy dispuesto a aguantar? ¿Prefiero un lugar que me de mejor calidad de enseñanza y educación médica? ¿Existe algún hospital que tenga un equilibrio entre los dos?
Me sorprende lo impersonal del sistema de aplicación a la mayoría de los hospitales. Yo entiendo que es un gran volumen de médicos los que aplican, pero creo que los hospitales y los jefes de servicio podrían hacer algo más productivo en las entrevistas que preguntarte por qué no sacaste mejor calificación en el ENARM si tienes ese promedio en la carrera. ¿No les interesa la persona que quiere entrar a su hospital? Y claro, si así de impersonal es la selección del médico, ¿cómo podemos esperar ser humanos y cálidos con los pacientes?
En uno de los hospitales públicos a los que apliqué, el proceso dura casi mes y medio y es un proceso matemático casi: tu calificación y lugar del ENARM, tu promedio de la carrera, tu curriculum, 80 psicométricos cronometreados, etcétera. Es más, la psicóloga que me entrevistó ni siquiera me volteó a ver más de dos veces en toda la entrevista (cosa que yo evito con mis pacientes porque me parece de mal gusto). Sentí que solamente buscaban una máquina más para el hospital. En cambio, en otro, en la entrevista me pidieron lo mismo, me hicieron exámenes, pero también me preguntaron cosas no médicas, extracurriculares, culturales, y los médicos eran médicos muy cultos. Eran médicos como el modelo de médico romántico que tenía en la cabeza cuando empecé la carrera y que pensé que ya no existían. (no me pregunten qué hospitales eran, no lo voy a publicar). Pero fue un contraste muy grande y el trato en el proceso influyó mucho en mi decisión (he de mencionar que antes de llegar a los hospitales, tenía una idea igual de matemática de lo que quería, pero al salir de una de las entrevistas, tuve mucho que pensar).
Ahora, creo que hay un hospital y un sistema de enseñanza y aprendizaje para cada quien. Hay a quien le encanta estar en medio de la acción y tener 80 ingresos en un día, hay quien prefiere tener menos pacientes pero más tiempo para dedicarles, hay quien quiere ver los casos más raros de la medicina y hay quien quiere saber hacer muy bien lo que debe saber hacer en su especialidad. Realmente es una decisión personal, pero creo que la calidad de vida y las prioridades que cada quien tiene deben influir en la elección de un hospital para la residencia o una plaza para trabajar. No se trata de que la medicina sea una tortura o una especie de cárcel que nos hace sufrir. No se trata de "voy a trabajar en esto mientras gano suficiente dinero, o en lo que me retiro" porque la vida es lo que está pasando ahorita, es lo que pasa "mientras hago algo". Y al final, cuando pase ese "mientras", la vida se acaba.
Se trata de ejercer la medicina y ser realmente felices en lo que hacemos, se trata de disfrutar y de darle a los pacientes lo mejor que podamos y así ganarmos su aprecio y su agradecimiento, no lo vamos a ganar de malas o solamente por portar una bata blanca. Pero para eso, tenemos que estar contentos con nuestra vida y con lo que hacemos primero. También pienso que el hospital no determina cómo serás y cómo te formarás. Es como la universidad, influye mucho, pero el que es bueno y es dedicado, será un gran médico en donde sea, independientemente del lugar en donde practique.
Así que, colegas, concluyo dos cosas: la primera es que piensen bien qué quieren hacerlo y dónde quieren hacerlo y, si en donde están, encuentran abuso o malos tratos, no lo toleren, exijan respeto (y denlo), porque sin respeto, no tenemos nada. Yo sé que es muy difícil cambiar algo que lleva años y años funcionando de la misma manera, pero tomen en cuenta que ustedes van a llegar a ser el más alto de la jerarquía en algún punto, así que si cambian la manera de ser y realmente se dedican a enseñar y a supervisar en lugar de ridiculizar a los jóvenes, podemos empezar a mejorar el sistema de salud en México. Pero bueno, primero, enfóquense en estar bien ustedes y en disfrutar lo que hacen. Sino, la verdad es que no tiene chiste hacerlo.
Y, otra cosa, busquen ser siempre su mejor versión. Busquen ser los mejores médicos y personas que puedan ser y eso se va a transmitir a la gente con la que trabajan y a sus pacientes. Aprendan algo de arte, algo de historia, música, literatura, idiomas, filosofía, lo que les guste, algo que no tenga que ver directamente con la medicina y serán mejores médicos y mejores personas.
Espero que no les haya aburrido mucho esta entrada y que haya podido transmitir un poco las inquietudes que me asaltaron (y que recogí de mis amigos) mientras íbamos / vamos a diferentes hospitales al proceso de selección. Los invito a reflexionar un poco y a compartir sus experiencias o sus opiniones al respecto sin descalificar a los demás.
¡Buenas noches! Y recuerden las grandes palabras del Dr. Edmund Pellegrino: "La Medicina es la más humana de las artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las humanidades"
Me gusta la idea de no estar sola en esto. Yo también estoy por entrar a la residencia el próximo año y por mucho tiempo estuve tan absorta estudiando para el ENARM que olvidé lo que venía después. Al pasar el examen sentí felicidad, pero de ninguna manera a la magnitud que esperaba. Casi sin tiempo de recuperarme cuando ya tenía que estar pensando en entrevistas y estudiando para exámenes de admisión. Con mis amigos más cercanos y que están en mi misma situación coincidimos en el miedo y la incertidumbre. Aunque sabemos que al final probablemente nos vaya bien y tomemos buenas decisiones, existe el miedo de que no sea así.
ResponderEliminarGracias por compartir esta entrada. Veo que no soy la única que se siente así y piensa eso del sistema de salud.
Gracias por tu comentario Nadia, creo que en general todos sentimos eso, solo queda hacer nuestro mejor esfuerzo y esperar que todo salga como queremos, y si no, pues echarle todas las ganas del mundo para ser los mejores en donde sea. :)
EliminarSaludos!
Saludos, esta estrada es hace ya antigua pero concuerdo mucho contigo en tu vision de la vida, es el medio por el cual uno podra subsistir, pero no el fin..
ResponderEliminarPrecisamente ahora que estoy por entrar a la residencia es cuando me pregunto lo mismo: Qué hospital es el más equilibrado? A quien le pregunto y a quien le creo?... gracias por compartir sus opiniones me han sido bastante útiles
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