octubre 17, 2011

Palabras sabias de hombres sabios

Dr. Eduardo Liceaga
Les dejo algunas líneas que leí hoy en "Cirugía y Cirujanos". Son parte de discursos dados por un par de médicos mexicanos eminentes hace más de ochenta años, pero me parece que sus palabras deben impulsarnos tanto o más que a quienes tuvieron la oportunidad de escucharlos en vivo.

El primer extracto es del Dr. Eduardo Liceaga, en el discurso por la fundación del Hospital General de México el 5 de febrero de 1905:
Señores, para reivindicar nuestro puesto en el continente no necesitamos más que aplicar toda nuestra inteligencia, toda nuestra voluntad, a perfeccionarnos en el ramo que hemos elegido para ejercitar nuestra actividad. Éste es el contingente que debemos a nuestra patria. El país en donde cada hombre se empeña en perfeccionar la ciencia, el arte, la industria a que dedica si energía, ése país se hará grande, pues la suma de esas unidades activas forma parte de la nación.
El segundo es del maestro Ignacio Chávez, a quien durante todo este año de servicio social tendré muy presente en mi práctica diaria. 
El médico debe conservar el interés, el mismo aliento  generoso que lo ha sostenido en el pasado; el mismo espíritu de servicio sin el cual la profesión se convierte en una tarea, muy técnica si se quiere, pero deshumanizada. Esto no habrá de suceder si los médicos de hoy, compenetrados con el riesgo, lo neutralizan con la elevación moral de su conducta.
El haber escogido ser médico obliga a tener lealtad a su vocación y a su compromiso. A ser médico de verdad, pequeño o grande, no un forzado de su profesión que cumpla con su tarea con desgano y con irresposabilidad. Ser médico no entraña la obligación de ser sabio o figura eminente pero sí un profesional limpio, laborioso y merecedor de la confianza de sus enfermos y del respecto general. Ser médico implica la obligación consigo mismo de no frustrarse, de estudiar, de renovarse, de no caer en la mediocridad que lo empuja a la ineficacia; en todos términos procurar con ahínco su educación continua si ha de llevar con decoro la toga hipocrática. Si el médico ha de ser consejero, guía y figura respetada en el medio, está obligado a ensanchar la visión de su mundo y a buscar la comprensión de su tiempo, puliendo su cultura general.

octubre 14, 2011

De mecsican resident

El residente perfecto
Leía hace un par de días un post muy bueno titulado The life of a medical resident in Mexico, en el cual un residente de pediatría mexicano hace un análisis corto y certero sobre el estado de las plazas de residencia de nuestro país. La historia, como muchas otras en nuestro sistema nacional de salud, es deprimente.

Largas horas de trabajo, mala paga, maltrato, explotación y poca academia. El residente es una quimera entre estudiante y empleado, con todas las obligaciones y pocos derechos. Durante el internado solía quejarme amargamente de cuestiones similares, sin embargo como MIP tenía una red de seguridad enorme: la escuela de medicina. Ante cualquier problema siempre tenía a alguien con quien acudir, ¿los residentes con quién van? Probablemente con sus mamás, porque las autoridades de sus hospitales son las responsables de todos estos males.

Salvo honrosas excepciones, la mayoría de los programas de residencias en nuestro país arrojan desde el primer día al R1 al vacío para que aprenda haciendo, eufemismo para significa saca la chamba. Este sistema lo único que cultiva es el aprendizaje por rebosamiento: el residente aplicará en la práctica clínica lo que se hacía en su hospital. No importa si la técnica quirúrgica se dejó de recomendar hace 20 años o hay un medicamento más eficaz disponible desde hace 5, lo importante es que yo lo hago así porque es como me lo enseñaron.

El mundo ha cambiado mucho desde que los maestros de antaño se formaron. Ahora la competencia es global, y sólo ganan quienes estén más actualizados y a la vanguardia, lo que deja muy mal parada a la medicina mexicana ¿De qué sirve que los médicos mexicanos seamos creativos, eficientes y trabajadores si sólo servimos de sacachambas?

Sin duda el sistema tiene que cambiar, pero las autoridades son las menos interesadas en ello. Todo tendrá que empezar por nosotros, entender que el que a nos hayan tratado mal o explotado no justifica que hagamos lo mismo con los de abajo, luchar por tener jornadas de trabajo humanas, y hacerle entender al gobierno que un sistema de salud de tamaño estático es incapaz de atender a los 50 millones de afiliados nuevos al Seguro Popular.

Post-post: El día de ayer también se tocó el tema en Cardiodata y la discusión estuvo buena en Twitter. Para comentar más al respecto usen el hastag #ResidentesMexico , y de pasada sígannos en @med_mixcoac

Post-post-post: Algún twittero comentaba "Y a pesar de cómo nos maltratan competimos por ésas plazas". So sad, so true.

octubre 09, 2011

Un sábado muy dulce

Eran las cinco de la mañana del Sábado y ya todo estaba listo para recibir a la horda de pacientes que iban a participar en la "Caminata del paciente diabético" de este año, un evento en el cual los pacientes se someten a una revisión médica, reciben tips para llevar un estilo de vida saludable y, sobre todo, se les intenta concientizar sobre la importancia de mantener sus enfermedades bajo control.

¡Y vaya que necesitamos enseñarle a la gente que hay que mantener la glucosa y la presión a raya! Es realmente triste y hasta cierto punto deprimente cuando te das cuenta que las únicas personas que no llegaban con niveles de glucosa altos eran los hipertensos, que llegaban con la presión por los cielos. Razones y excusas hubieron muchas:
"El médico que me diagnosticó me dijo que no necesitaba tomar medicamentos"
"Es que me estoy tomando unas yerbitas bien buenas que me recomendó mi comadre"
"Pues es que no siento nada"
"El doctor que me está viendo en el Seguro no me ha mandado a ver al doctor de los ojos" 
"Pues se me olvida tomarlo doctor"
Lo que queda claro es que ni siquiera la gente interesada en su enfermedad (que se supone son todos los que asisten a la caminata) está bien controlada, ya sea porque no toman sus medicamentos o porque se topan con algún médico mediocre, desmotivado y poco actualizado al que lo único que le interesa es sacar la consulta del día para correr a sus otros tres trabajos, porque con lo que le pagan no le alcanza para vivir.

¿Qué podemos hacer nosotros? Empezar por explicarle a los pacientes qué demonios significa ser diabético/hipertenso, por qué aunque no sienta nada se lo va a cargar la #%&@ si no toma sus medicamentos y dar recomendaciones reales sobre estilos de vida saludable (no sólo "coma bien y haga ejercicio madre").

También tenemos que tomar en cuenta que los médicos somos parte del problema. Pero seamos honestos, ¿a quién le da tiempo de hacer historias clínicas y exploraciones físicas detalladas cuando tienes una sala de espera hasta el tope, al hospital le importa más la papelería que la calidad, te pagan tres pesos y además te tratan mal?

Si queremos arreglar esto vamos a necesitar un esfuerzo del tamaño del mundo e involucrar a todo el sistema nacional de salud, ONGs, universidades y particulares. Necesitamos pacientes mejor educados, médicos motivados y sobre todo darle un giro de 180 grados a la forma en que enfrentamos el problema.

¿Tienen algún otro plan, recomendación, reflexión o comentario? 

PD A los organizadores de la Caminata: Mantener bien hidratados y alimentados a los voluntarios no sólo es de buena educación, ayuda a que la gente trabaje con mejor humor y de forma más eficiente.

octubre 02, 2011

Casos Memorables


Esta semana que pasó tuve al fin urgencias de trauma. 

La primera fue una señora que me pidió otra consulta de domicilio para una señora de 82 años que ella cuidaba a veces y que es su vecina. Me dijo que la había encontrado tirada hace 8 días y que si la podía ir a ver para darle una constancia de incapacidad para que pudieran cobrar su apoyo de 70 y más en su nombre. La señora no tiene hijos y los nietos de su esposo a veces la cuidan, pero nadie se ha aparecido en muchos meses cerca de ahí. 

Le dije nuevamente que con mucho gusto subía después de la consulta y la señora regresó por mí a las 3:30 pm. Yo salí un poco preocupada porque el pronóstico para un paciente geriátrico que se cae y es encontrado mucho tiempo después es muy malo. 
Nos fuimos en mi coche y cuando llegué a la casa a ver a la señora me encontré con una viejita sentada en una silla en la sombra que solamente hablaba Mazahua y que tenía dos bastones cerca de ella. Le revisé la pierna y me asusté al encontrar una úlcera que abarcaba casi toda la pierna izquierda (quiero mencionar que anatómicamente la pierna es de la rodilla para abajo). Tenía todo alrededor eritematoso y edematizado a tensión, muy doloroso a la palpación y pensé que estaba haciendo un síndrome compartamental. No podía revisarla bien por el dolor que le causaba tocar la piel, pero no sentí crepitación ni veía datos de fractura. Me dijeron que tenía antecedente de fractura de cadera y que le dolía mucho la cadera al caminar. Temí una fractura de fémur y le dije que la íbamos a bajar al hospital para que la revisaran y sobre todo, le tomaran una placa. 

He aquí la impotencia y la frustración de estos casos y de otro que narraré después: es insoportable no poder hacer o curar porque no tienes los recursos. No es que no lo sepa hacer, es que no tengo visión de rayos X para saber a ciertas si tuvo una fractura o fisura o no, y no tengo nada para liberar el síndrome compartamental. En fin, la íbamos a bajar en mi camioneta pero no se podía subir porque estaba muy alta y le dolía. Así que llamé a Nubia y le pedí que me ayudara. 

Bajamos a la paciente y a la vecina al hospital y ahí la entregamos en la zona de triage. La presenté y me dijeron que ahí no había rayos X y que necesitaban a los familiares. Les dije que no había familiares y que estaba su vecina. Se quedaron con ella y yo me fui con Nubia a estudiar al Uruguayo. Cuando iba saliendo la enfermera me preguntó de dónde era, le dije que de Santiago Oxtempan Pueblo y me dijo que leyera y estudiara más preeclampsia porque les saturaba el servicio con mis pacientes. Le dije que si la hoja semáforo decía que las refería por proteinuria +, las iba a referir y ni modo. Nadamás faltaba, que ellos no sepan que a fuerza hay que descartar preeclampsia y tenerlas en observación... En fin. 

Al día siguiente acudió conmigo para que le diera la constancia y le pregunté qué le habían dicho. Me dijo que le dieron “una medicina” y que sí le tomaron las radiografías. Y que el médico de urgencias le dijo que por qué no la había tratado yo y eso me molestó mucho. No la traté porque si hay un hospital cerca y tienen la capacidad de trasladarla en ambulancia a Atlacomulco o para canalizarla y tomarle unas placas, mejor que vaya al hospital. En fin, lo único importante es que la paciente esté bien. 

El siguiente caso fue el viernes, me supervisaron mientras veía crónicos y de repente salí a la farmacia y me dijo Susi que teníamos una urgencia. Pensé que era algo de la Supervisión pero no, era una niña de 10 años que se cayó en el patio mientras estaba en clase de educación física. 

Entré a la sala de curaciones que tiene una camilla de expulsión y el autoclave y que se usa principalmente para la toma de citologías cervicales y vi una laceración como de 10 cm de longitud justo por arriba de la patella izquierda. Tenía bordes limpios, regulares y no era muy profunda, había tejido subcutáneo asomándose por la herida pero nadamás. Se me iluminó el día:  Había que suturar. 

Pedí equipo de sutura, pregunté si había lidocaína y Nylon, resultó que sí tenía, así que fui a darle los medicamentos a mis pacientes de la última consulta, me cambié la bata y fui a suturar. Le di a la niña un diclofenaco porque estaba bastante pesada y ya tenía peso de adulto, le di una paleta y un refresco para que se tomara la medicina y le dejara de doler. Le expliqué y la infiltré. 

Suturé como en viejos tiempos, lo único molesto es que mis tijeras no servían y no tenía campos estériles, entonces me tardé un poco más tratando de no contaminar el hilo. Terminé, hice la hoja de lesión, hice la nota y la di de alta ya calmada. 

Seguí con mi consulta y a la media hora me gritan otra vez que tenía otra urgencia. Me asomé y vi a una niña con la mano sangrando y pensé que era una herida también. Me acerqué y vi que el dedo estaba amputado parcialmente, se caía y estaba sostenido solamente por la piel inferior del pulgar. Pedí que llamaran a la mamá y que se esperaran las maestras con ella. Limpié la herida y no podía ver tendones o hueso pero la herida era demasiado profunda. La habían machucado con la puerta del salón. Le puse un abatelenguas cortado, acomodé el dedo para que empezara a pegar, le hice un vendaje con gasas húmedas para que no se pegaran , le di analgésico y la referí al hospital de Atlacomulco para que la valorara un TyO o un cirujano y descartaran una fractura. 

Nuevamente sentí mucha impotencia porque si hubiera tenido la radiografía como en la cruz roja y descartaba fractura, como no se apreciaba lesión de tendones ni afectación nerviosa o de vasos, la hubiera podido suturar yo. Pero preferí referirla. A pesar de eso, me quedó un pequeño nosequé por haberla referido. Me quedó claro que a veces sé más que los del hospital y que les da igual. Me da un poco de tristeza pensar que, si en la Cruz Roja de Polanco bateaban pacientes sin referirlos a otro lado, qué puedo esperar del Hospital Municipal y del Hospital General de Atlacomulco y me da coraje saber que piensan que refiero pacientes porque no quiero trabajar y no porque es lo que tiene que ser. Espero en verdad que la hayan ayudado.  

Esos fueron los casos memorables de esta semana.

by cLau