Terminó la primera de cincuenta y dos semanas del R1 de cirugía general, y lo único que puedo decir es que ha sido una montaña rusa de emociones que van desde la felicidad de sostener el bisturí hasta la miseria de la hora suicida a las 4 am durante la guardia.
Esta primera semana se ha tratado de lidiar principalmente con la nototerapia y comenzar a crear una rutina, la cual empieza con la llegada a las cinco de la mañana al hospital para hacer los pre-rounds y tener a todos los pacientes revisados y noteados antes de la entrega de guardia a las siete. El cansancio, el estrés y la confusión están a la orden del día, cosa esperable después de haber pasado casi seis meses post graduación ranscándome el ombligo.
Por ahora sólo queda acostumbrarse e ir haciendo callo, practicar mucho y estudiar todavía más.
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