julio 16, 2010

El fino arte de panzear


¡Ah, el fino arte de panzear! Nadie sabe a ciencia cierta cuándo surgió. Ya lo practicaba Semmelweis cuando mataba mujeres de fiebre puerperal por no lavarse las manos entre parto y parto; Avicena probablemente lo aplicó alguna vez mientras escribía su canon, y es casi seguro que ya era practicado por las 'parteras' mucho antes de que a alguien se le ocurriera llamarse medico.

Tal vez nunca sepamos el origen del panzeo. Lo que sí sabemos es que panzear parturientas es la tarea número uno de cualquier interno que pasa por su rotación de ginecología. Son horas y horas de estar tocando abdómenes, revisando la intensidad y frecuencia de las contracciones de tu parturienta mientras ella grita, sufre y se retuerce sobre la cama. Escuchar focos fetales con un conode aluminio que recuerda a una copa coctelera, hacer tactos y anotar todo religiosamente en unas hojas llenas de jeroglíficos.

Sin duda es una tarea tediosa y repetitiva que cualquier chimpancé amaestrado podría realizar. Pero lo verdaderamente relevante del panzeo no está en hacerlo, éste es sólo el medio para llegar al premio que hay al final del camino (en este caso el trabajo de parto). Después de muchas horas (sobre todo en primigestas) de haberle sobado la panza a la señora llegará el momento de gritar '¡¡¡paciente a expulsión!!!', que es cuando uno tiene que correr a lavarse las manos y llegar a la velocidad del rayo a la sala de expulsión y para tener el privilegio de traer una vida nueva al mundo.

2 comentarios:

  1. ¡Tu primer párrafo es tremendo jaja! Gran entrada Pepe. ¿Todavía quieres ser OBGYN?

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  2. Gracias Oso! Jaja definitivamente ya no quiero se gyno. Como van las cosas en su rotacion!?

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