mayo 15, 2010

Así es la Vida

Les voy a compartir un relato que escribí hace algunos meses, cuando pasábamos por el curso de geriatría. Espero que les ayude a entender que la medicina no es solamente estudiar de los libros o de publicaciones académicas, no es aprender a tomar la presión arterial o a llenar un cuestionario, es tener contacto con una persona y poder atravesar esas barreras que pocos pueden reconocer.
 

Hoy tuve la experiencia más bonita de toda mi carrera.
No creo ser capaz de transmitir la emoción y la alegría que inundaron mi corazón mientras observaba a doña Q darnos la bienvenida con una sonrisa genuina y casi casi un abrazo, como si recibiera viejos amigos después de un largo tiempo.

Probablemente ustedes no me entiendan, pero después de una semana y media de luchar contra una demencia avanzada y buscar una señal que mostrara que había algo de comprensión y que las mías no eran palabras perdidas en el aire, después de intentar entender qué es la esencia humana y donde reside en una persona cuyas "facultades mentales superiores están afectadas", y encontrar un momento de lucidez completa acompañada de una sonrisa de reconocimiento, mi corazón se calentó y se derritió.

No podía creer lo que mis sentidos me mostraban y por un momento pensé que me había equivocado de cuarto. Ahí estaba doña Q, sentada en su sillón, tapada con su manta, sonriéndonos y ¡articulando una oración! Algo así como "Ah, son ustedes, qué bueno que vinieron."

Nos miró a cada uno y nos reconoció, nos preguntó cómo estábamos y nos respondió con risas y chistes. A pesar de la afasia que es parte de ella, logró comunicarnos muchas cosas, y no sólo eso, realmente estaba interesada en nosotros, porque me preguntó un par de veces que cómo estaba yo.

En verdad me es imposible hablar de la emoción y la felicidad que llenaba mi interior mientras la veía ahí sentada platicándonos, leyendo, contestando preguntas y rehusándose a tirar una hoja de papel al suelo como si fuera una falta de respeto.

Le invité un chocolate de Oaxaca que le encantó y que incluso calificó como "está delicioso". Platicamos cerca de una hora y media con ella, escuchándola y observando sus ademanes.

Lo que más nos repitió fue una frase que nunca olvidaré "Así es la vida." o "Ya qué, así es la vida, qué se le va a hacer."

Y así es la vida. A veces es desalmada como ella misma pero a veces es permisible y amena, permitiéndonos ver todo con colores realmente vivos y emociones a todo volumen.

No sé qué pasó hoy, no sé si ayer cambió algo en ella, no sé si le cambiaron alguna dosis de un medicamento, no sé si la demencia es cíclica, en verdad no sé nada. Pero el día de hoy tuvimos acceso a una ventana - y la cruzamos - para descubrir a un maravilloso ser humano del que la gente se ha olvidado o ha dejado de ponerle atención porque "seguramente no entiende".

Hoy cambió mi visión de la vida y los invito a actuar de la misma manera que yo. No importa si creen que alguien no escucha, no ve, no siente, no entiende, no importa. Ustedes trátenlos como siempre, incluso con más cariño, algo está llegando al centro, algo está teniendo efecto en esa persona que no sólo es un cuerpo con fallas orgánicas, sino una persona, como nosotros, con alma y sentimientos. Algo atravesará esa barrera intangible y se sembrará. Con el paso del tiempo - no hay manera de saber cuánto - crecerá y madurará, y sus esfuerzos se verán recompensados.

Nunca abandonden la fe o la esperanza.

Y así, me despido de ustedes en este 13 de enero de 2010, el día más humano y más feliz de mi carrera. El día en el que comprendí el verdadero sentido de la medicina y escuche con fuerza el llamado de la vocación.

2 comentarios:

  1. Ya lo había leído hace unos meses. Me encanta :-)

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  2. Me encantó Claudia!! A mí el que me movió el tapete fue un niño en pedia. Supongo que son estas pequeñas recompensas las que a pesar de todas las desveladas te hacen ver que lo que haces vale por lo menos un poquito la pena.

    Quiero leer más de ti!

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